La adoración cuáquera comenzó sin pastores o clero que la dirigiera. Era una reunión sencilla, donde Los Amigos buscaban escuchar lo que el Espíritu del Dios Viviente tenía que decir en medio de ellos. Del silencio, un Amigo hablaba cuando se sentía guiado por el Espíritu a compartir lo que escuchaba en su corazón.
Este sentarse en silencio juntos, en la presencia de Cristo Jesús quien “ha venido a enseñar al pueblo él mismo” (una declaración temprana de George Fox sobre la presencia real de Cristo en sus reuniones de adoración), era para Los Amigos su práctica de comunión.
Todavía hay muchos Amigos que se reúnen en este silencio expectante de espera hoy, pero la junta “no programada” ya no es la única manera en que los cuáqueros se congregan para la adoración.
En una junta programada, uno o más miembros de la comunidad de Los Amigos pueden servir en un papel pastoral dirigiendo a todos en canto o oración, compartiendo una lectura de la Biblia, u ofreciendo un sermón preparado. Tales juntas tienden a tener lugar en comunidades cuáqueras intensamente cristianas, que a menudo se conocen como “Iglesias de Los Amigos”, y son cada vez más la norma en comunidades cuáqueras fuera del Reino Unido y América del Norte. Pero estas actividades solo ocupan una parte de las juntas programadas—aún se hace espacio para que todos escuchen un impulso divino en la comunión del silencio expectante.
“El verdadero silencio es el descanso de la mente”, escribió William Penn, un famoso cuáquero temprano (y el fundador de Pensilvania), “y es para el espíritu lo que el sueño es para el cuerpo, alimento y refrigerio”. El objetivo de este silencio es hacernos más receptivos a la revelación divina. Piense en ello como un regulador de intensidad en una bombilla: Cuando “aumenta el silencio”, por así decirlo, incrementa el potencial de conectar con la presencia de lo divino. Y cuando hace esa conexión, como lo describe el manual de Fe y Práctica de la Junta Anual de Gran Bretaña, “la sensación de asombro y reverencia de lo finito ante lo infinito lleva naturalmente al agradecimiento y la adoración… Mientras, juntos, entramos en las profundidades de un silencio viviente, la quietud de Dios, nos encontramos unos a otros en ‘las cosas que son eternas’, sosteniéndonos y fortaleciéndonos mutuamente”.
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Más información en Friends Journal
“Pastoreando Sin Pastor“, Kathleen Costello Malin
“¿No Existe Tal Cosa Como el Silencio?“, Kevin Holm-Hudson
“Es el Espíritu Lo Que Lo Hace Hermoso“, Cherice Bock
“Un Pacto con el Dador“, Edna Whittier
“Para algunas personas el silencio es incómodo. Sé que para mí, inicialmente lo fue, con mi primera Junta no programada, pero luego aprendí a amarlo. Porque se me dio la oportunidad de ir profundamente hacia adentro, y escuchar esa antena interna que podía encender y escuchar la voz de Dios, y buscar orientación”.
