Volumen 5, Numero 120
2 de mayo de 2005

Futuros de las Fuerzas Armadas en América Latina

por Loren Cobb

Estimados Amigos,

Mi trabajo como consultor hace que tenga contacto frecuente con personas que se encuentran en la elite política de América Latina; aproximadamente un tercio de ellos han hecho su carrera dentro de las fuerzas armadas. En este ensayo, me gustaría tratar de sintetizar para ustedes, una perspectiva acerca del estado peculiar de las instituciones militares de América Latina en la actualidad, así como de la dirección hacia la cual evolucionarán en el futuro.

Un retrato de las instituciones militares de América Latina

No existen fuerzas armadas latinoamericanas "típicas," sin embargo queda claro que ninguno de ellos se parece a las fuerzas armadas de los EUA. Déjeme tratar de explicarles un poco.

Ante todo, estas no son fuerzas para la conducción de la guerra, con algunas excepciónes notables. En general, los aviones de guerra y helicópteros son inoperantes debido a la falta de repuestos y mantenimiento. Los radares son prácticamente inexistentes. Los barcos de guerra se encuentran atracados en el puerto, ya son viejos, poco fidedignos y faltos de combustible. Los ejércitos son pequeños y mal equipados; los camiones son antiguos, las unidades blindadas no funcionan y la artillería es obsoleta. He visto a los soldados adiestrándose y en lugar de zapatos, usan sandalias, porque el ejército no podía comprar zapatos de cuero. En varios países, los militares están a medio tiempo; todos, desde la máxima jerarquía hasta el último soldado, salen a medio día para irse a un segundo trabajo.  

Este sorprendente estado no se limita únicamente a América Latina. De hecho, se está convirtiendo en la norma para muchos países alrededor del mundo. Desde finales de la Guerra Fría, las fuerzas armadas se han ahuecado, se han recortado, están hambrientos de fondos y se han redirigido hacia otras misiones y roles. La gran excepción a esta tendencia naturalmente, han sido las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Unas cuantas excepciones incluyen a China, Indonesia, India, Pakistán, y otras cuantas más. A la misma vez, han incrementado las demandas ante las Naciones Unidas para conseguir fuerzas de mantenimiento de paz, y recuperar de esta manera, una gran parte de su presupuesto militar, a través de pagos de parte de la ONU por su participación en operaciones de mantenimiento de paz.

¿Por qué persisten los militares en América Latina?

En vista de estas tendencias, ¿por qué es que los países de América Latina retienen sus fuerzas armadas? Nos es por pura tradición, aunque la tradición siempre es muy importante, y tampoco es por pura inercia.  Existen otras fuerzas que están trabajando.

Desde le punto de vista más extraordinario, los países de América Latina son "de propiedad de y operados por" sus élites políticas. Ellos proveen el liderazgo político de casi cualquier partido y sus hijos o hijas proveen el personal de las extensas burocracias gubernamentales. Para aquellos que no nacieron dentro de la riqueza ni del poder, una de las avenidas más confiables para progresar hacia la élite política es a través de una carrera como oficial de las fuerzas armadas. 

Además de su empleo y funciones de movilidad hacia puestos más altos, las fuerzas armadas de muchos países de América Latina han sido llamadas con frecuencia para proteger los derechos de propiedad y los privilegios de las élites políticas. Esto refleja hasta cierto punto el papel de los militares americanos al querer preservar la esclavitud en los países sureños antes de la Guerra Civil. Cuando los esfuerzos por la reforma agraria fallan en América Latina, como ha sucedido ya tantas veces, el resultado final tiende a ser una guerra civil que dura muchas décadas, enfrentando a los campesinos radicalizados en contra de los militares. Puedo recomendarles una historia aleccionadora de los desastres de las reformas agrarias en América Latina, el libro de Jack Powelson, The Peasant Betrayed (El Campesino Traicionado).

¿Se puede abolir a las fuerzas armadas?

Las funciones detalladas anteriormente son suficientes para que la abolición de las fuerzas armadas sea políticamente difícil, si no imposible en la mayoría de los países de América Latina, a pesar de las ventajas financieras y económicas de un movimiento de esta naturaleza. A la fecha, únicamente dos países han abolido a sus instituciones militares, Costa Rica y Panamá. Sin embargo, es importante saber que en estos dos países la policía y guardia costera han tomado funciones y roles adicionales para reemplazar la falta de los militares. Como ejemplo, ellos tienen unidades especializadas de la policía nacional que pueden responder con mayor fuerza que aquellas unidades que uno típicamente asocia con el rol puramente policial. Se puede decir en ese caso, de que estos países han abolido a las fuerzas armadas con respecto al nombre en sí, pero no en las funciones.

La historia de estados fracasados — Somalia y Afganistán son dos ejemplos recientes — sugieren que cuando el poder y la integridad de un gobierno nacional se deterioran demasiado, entonces los "hombres fuetes" entran en aquel vacío de poder. Estos pueden ser líderes de un clan, tribales o religiosos, jefes del crimen organizado o ex-militares o talvez líderes de la milicia (caudillos). Cualquiera que sea su origen, lo que tienen en común es una milicia armada que no dudan en utilizar para mantener o incrementar su poder.    

En resumen, el abolir a las fuerzas armadas es mucho más difícil de lo que parece en un principio.

Argumentos similares aplican a los servicios de inteligencia.  Cuando éstos son abolidos formalmente, eventualmente sus funciones vuelven a aparecer dentro de una agencia nacional de policía, dándole muchas veces demasiado poder a esa agencia con respecto a la estabilidad política de la nación. 

¿Que podemos esperar en el futuro?

Si probablemente la mayoría de los países de América Latina no van a abolir a sus fuerzas armadas, ¿Qué sucederá entonces? En muchos aspectos, esta es la pregunta más interesante.

Para la mayoría de los países más pequeños y más pobres, creo que podríamos esperar ver la desaparición de casi todas las fuerzas navales y aéreas, por la sencilla razón de que son sumamente caras de mantener. De hecho, este proceso está tan avanzado que ya casi es el caso de facto. Espero que las fuerzas terrestres de estos países eventualmente se reduzcan, lo que permitiría que las unidades especializadas ganaran buen dinero sirviendo como fuerzas de mantenimiento de paz con las Naciones Unidas y con otros grupos regionales de naciones, mientras que unas pequeñas unidades profesionales proveen el mínimo necesario para impedir el surgimiento de caudillos locales.

No estoy muy seguro con respecto a los países más grandes. Talvez en el próximo trimestre de este siglo veremos el surgimiento de una fuerza de seguridad regional a escala continental, modelada en la alianza de la OTAN ("una ataque sobre uno, es un ataque sobre todos"). Esta fuerza multinacional podría proporcionar la cobertura naval y aérea para todo el continente a un costo considerablemente menor del que se incurriría si cada país tratara de mantener un contingente militar completo.

En última instancia, creo que la desaparición de las organizaciones militares depende de la calidad institucional de cada país de la región. Cuando cada país tiene establecidas unas instituciones gubernamentales democráticas sólidas, que se auto-corrigen y que tienen una lista completa de frenos y equilibrios entre todos los centros de poder, entonces y únicamente entonces, es que las organizaciones militares declinarán ampliamente a un estatus con vestigios de autoridad. Si los países de la región no tienen unas instituciones democráticas fuertes y saludables, las élites políticas tendrán cada incentivo para mantener a sus fuerzas armadas.

Por el otro lado, un escenario que fuera una total pesadilla para América Latina, sería el retorno a la era de las dictaduras militares y a los estados policiales. Afortunadamente, las poderosas fuerzas del desarrollo económico moderno parecen estar trabajando en contra de este tipo de escenario. La globalización, la liberación del mercado, el incremento en la velocidad de las comunicaciones y del transporte, el surgimiento de las instituciones internacionales de justicia, todos trabajan en contra de cualquier tipo de gobiernos totalitarios.  

A fin de cuentas, creo que las fuerzas armadas de América Latina están evolucionando para convertirse en fuerzas profesionales más pequeñas, con una integración eventual dentro de los sistemas regionales e internacionales para seguridad de fronteras, costas y espacios aéreos. Para todos nosotros que recordamos vivamente aquellos terribles días de los caudillos con el ego inflado y aquella brutal policía secreta, esto sería un cambio muy bueno.

Atentamente, su amigo,

Loren Cobb


Traducido por Leonor M. Schoening, miembra de la American Translators Association.

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