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Una Declaración de Paz

En nuestras raíces espirituales, y desde el principio de los tiempos, nosotros los miembros de la Sociedad Religiosa de los Amigos (Cuáqueros) hemos elegido medios no violentos para resolver los conflictos y así alcanzar la paz. Vemos eso de Dios en cada persona, y por lo tanto no podemos matar o apoyar a la matanza de los demás.

Creemos que cada conflicto se puede resolver sin necesidad de violencia, cuando dirigimos nuestras energías y recursos creativos hacia la busqueda de soluciones pacíficas. Sabemos, de acuerdo a nuestra propia experiencia de adoración, que incluso los asuntos más divisorios pueden ser resueltos cuando escuchamos la dirección divina. En el silencio, caminos que no habian sido visibles previamente se abren ante nosotros.

No tenemos ningún enemigo. Creemos que cada persona tiene el potencial para ser transformada. Traer la paz exige el arriesgarse, el superar nuestros miedos y el cruzar las barreras. En una era de "guerra anunciada de terror," y de la muy llamada "guerra preventiva," nosotros no estamos en guerra.

La no violencia es un proceso activo, que podría tomar la forma de diálogo con un partido de oposición, de resistencia civil contra una autoridad injusta, o de trabajo paciente a través de un sistema legislativo. La intervención temprana es necesaria para que los métodos no violentos sean más efectivos. Los prejuicios y el fanatismo, la desigualdad económica, la dominación de recursos, y otras injusticias pueden arraigarse de tal manera que pueden dar lugar a la hostilidad abierta. Se debe tener especial cuidado con respecto a cada conflicto para lograr reconstruir una infraestructura y renovar relaciones que puedan prevenir conflictos futuros.

La no violencia no siempre da lugar a la justicia a corto plazo. Como en la guerra, gente inocente puede sufrir. Aún cuando los métodos no violentos son más acertados, pasan inadvertidos puesto que el conflicto es evitado. Nunca sabremos, por ejemplo, si el trabajo silencioso y persistente de la Iniciativa de los Grandes Lagos en Africa -- la cual ha reunido sobrevivientes y autores del genocidio de docenas a través de talleres de sanación y en contra del trauma causado -- ha prevenido realmente un resurgir de la violencia en Rwanda y Burundi. Sabemos que ha transformado a individuos.

La guerra moderna imparte sufrimiento a víctimas inocentes que se consideran como "daños colaterales;" devasta la infraestructura de la que depende la población civil; envenena el ambiente, deja minas en el camino, agota el uranio y otros peligros que siguen siendo de largo alcance después de que el campo de batalla retorna a un campo agrícola. Por otra parte, la guerra entrena a la gente para ser asesinos; deja cicatrices psicológicas en las que han experimentado el sufrimiento y en las que lo han impartido. Rompe la confianza en sus fundamentos, fracturando las relaciones más allá de la reparación.

Abogar por la abolición de la guerra puede parecer una locura, o puede ser considerada como algo visionario. Nuestros antecesores los cuales lucharon por la abolición de la institución de la esclavitud fueron causa de mofa por sus esfuerzos. Apesar de todo tuvieron éxito, primero en la supresión de esta en nuestra propia sociedad, y después en el trabajo unido con otros para suprimirla de nuestra nación y del mundo. De manera semejante, estamos comprometidos en sacar de raíz la violencia en cada faceta de nuestras vidas: de nuestras relaciones familiares, de la manera de responder de nuestras comunidades al crimen, de nuestra administración de la Tierra, y de nuestras políticas extranjeras. Nuestra meta ahora es traer la paz del reino de Dios a la tierra.

Reunión Mensual de la Sociedad Religiosa de los Amigos (Cuáqueros)
de St. Louis - Estados Unidos

Saint Louis, Missouri, USA
Febrero 12 del 2006