Volumen 5, Numero 138
1 de diciembre de 2005

El Vuelo del Cóndor: El Movimiento Indígena en Bolivia

por Loren Cobb

Estimados Amigos,

Desde la antigüedad, la gente de Aymara ha vivido y ha cultivado sus cosechas a una altura de 14,000 pies, en la parte sur del fértil valle del altiplano, una gran planicie que limita al este y al oeste con las enormes cordilleras cubiertas de nieve de las montañas Andinas. Más al norte, más allá de la calmada extensión azul del Lago Titicaca, se encuentran las ancestrales tierras de los hablantes Quechua.  

Miles de pies más arriba, volando sobre los Aymara y los Quechua sin distinción, todavía en aquel aire enrarecido de los Andes vuelan los Cóndores Andinos. Estas maravillosas criaturas, las más grandes de todos los pájaros voladores del mundo, se mantienen vigilantes desde tiempos inmemorables, sobre la gente de los Andes, y son un símbolo del espíritu de la región.

Hace dos mil años, los cóndores miraban hacia la civilización de Tiahuanacú, una gran ciudad construida de piedras que se encontraba en las riveras de Lago Titicaca. Los comerciantes y mercaderes de Tiahuanacú viajaban hacia el norte y hacia el sur, a lo largo de las 6500 kilometros que conforman la Cordillera Andina. En todas partes de los monumentos de piedra e inscripciones de Tiahuanacú se pueden ver imágenes de los cóndores.   

Miles de años más tarde, los cóndores en vuelo fueron testigos del surgimiento de una segunda gran civilización en el altiplano. Desde los humildes inicios cerca de Cuzco, en Perú, esta nueva civilización se expandió con una rapidez únicamente comparable en la historia a las explotaciones de Alejandro el Grande, Napoleón Bonaparte y Genghis Khan, bajo el liderazgo del Inca Pachacuti Yupanqui. Finalmente aproximadamente en 1450, el Imperio Inca unió a las poblaciones Quechua y Aymara bajo su antiguo símbolo, el cóndor.

Luego, llegaron los españoles únicamente 80 años después de que la nación Aymara se unió al Imperio de los Incas. Para el año 1532, todo el imperio, desde Ecuador hasta Chile, estaba en manos de los españoles. Los 12 millones de habitantes de esta región pasaron a la esclavitud y a la mano de obra forzada mortal en las plantaciones y en las minas de plata localizadas en los Andes. Al pasar de una libertad relativa hacia la esclavitud, así de la misma manera cambió el simbolismo significativo de los cóndores, de un espíritu expansivo de imperio, a la preciada esperanza de libertad para salir de la opresión y de la tiranía.

Aunque la esclavitud fue abolida legalmente en 1831, el trabajo forzado en Bolivia no empezó a finalizar sino hasta 1952, hace apenas dos generaciones. Personalmente, he visto en la parte central de Bolivia, como los campesinos Aymaranos trabajan bajo condiciones que yo llamaría una servidumbre feudal y Jack Powelson describió prácticas similares en el artículo TQE #103. El informe emitido por el Departamento de Estado de los EEUU para el 2005 sobre tráfico de personas es igualmente sombrío.

El espíritu del Cóndor de los Andes toma el vuelo

En la actualidad, después de cuatro siglos de una casi continua opresión, se vuelve a mover nuevamente el espíritu de los cóndores. Podríamos decir que inició en 1952, pero yo creo que toma de dos a cuatro generaciones para que la gente esclavizada se libere del estado psicológico de pasividad inducida por la esclavitud.

En el otoño del 2005, en un momento de extraordinario simbolismo político y cultural, un político de descendencia indígena anunció su interés por la presidencia de Bolivia – así como del liderazgo de todo el recién surgimiento del movimiento indígena de los Andes. Este político es Evo Morales, un miembro de la Legislatura de Bolivia, que también se expresa en Aymara y quien representa a la región cultivadora de coca, el Chapare, región cercana a Cochabamba.

Evo Morales adornado con símbolos de poder de la cultura y política andina, anunció su candidatura para la presidencia de Bolivia el día de la celebración de Cristóbal Colón en el 2005.

De ninguna manera fue coincidencia que dicho anuncio haya ocurrido el 12 de octubre — Día de la Raza — el día reconocido por los indígenas americanos como el comienzo de cinco siglos de esclavitud y servidumbre.

Los símbolos culturales y políticos con los cuales se vistió Evo Morales para ese día tenían igual significado:

  • En su mano derecha, agarraba con fuerza un cetro de plata el cual tenía en la punta superior, un cóndor, simbolizando su disposición de hablar a nombre del espíritu nativo de los Andes así como guiar a su gente.  
  • Alrededor de su cuello, llevaba una guirnalda de flores y hojas de coca. En este contexto, las hojas de coca invocan el singular poder de la hierba milenaria que permite que los Aymara y los Quechua puedan sobrevivir en esas grandes alturas y también nos recuerda de una fuente moderna de riqueza en Bolivia. Las flores simbolizaron el heroísmo y la victoria en las batallas.
  • Sobre su cabeza tenía un casco de color plateado que tenía las letras YPFB inscritas sobre el mismo. Estas son las iniciales de la compañía minera nacionalizada a la cual él espera arrancarle el control de los recursos naturales de Bolivia (metales y gas natural) que se encuentran en manos de los extranjeros y regresarle el control y los derechos de desarrollo nuevamente a la gente de Bolivia.
  • También tenía puesto un poncho tejido con los colores y diseño de la cultura Quechua que viven en las alturas de los Andes. Con esto, estableció su identificación con el pueblo Quechua así como con el pueblo de los Aymara.  

Si este candidato Aymara en particular gana la presidencia de Bolivia durante las próximas elecciones a realizarse en este mes de diciembre, es menos importante que el tremendo fenómeno que se relaciona con el surgimiento de un movimiento político indígena maduro. Líderes políticos independientes van y vienen, sin embargo cuando toda una cultura se agita, todo el mundo pone atención.

¿Qué sucederá después?

Evo Morales es el candidato del partido conocido como el Movimiento Al Socialismo (MAS). Desafortunadamente, no existe mucho dentro de la plataforma del MAS como para inspirar confianza en su capacidad y poder desarrollar una economía moderna en Bolivia, ni digamos poder dar el tipo de liderazgo para una comunidad más grande como son la gente de los Andes.  

Si gana, ¿podrá optar el Sr. Morales por un socialismo de tipo policía-estado como en Cuba y Corea del Norte? ¿O talvez escogerá algo como el socialismo democrático moderno de Europa occidental, con mercados regulados? Nadie sabe a ciencia cierta. Podría desplegar la independencia y sobriedad financiera del presidente de izquierda de Brasil, Luis Ignacio Lula, o talvez podría caer dentro de una dependencia financiera con el presidente populista de Venezuela, Hugo Chávez. En cada giro, hay muchas trampas.

Aún más crítico que el asunto de políticas socialistas versus políticas de libre mercado es el asunto de si el gobierno de MAS, por primera vez en la historia de Bolivia, se apartaría del sistema corrupto que permite que el partido del presidente nombre a sus amigos y aliados políticos para llenar posiciones en cada nivel de los gobiernos nacional y regional. En mi opinión, es este tipo de sistema, más que cualquier otro, el que ha trabajado como que fuera una infección tóxica para esparcir y perpetuar la corrupción a lo largo de todo el gobierno de Bolivia así como para reducir casi a cero, la continuidad de la administración pública, a lo largo de las administraciones. Lamentablemente, las perspectivas para que se aparte de este sistema son muy sombrías.

La experiencia peruana

Hace cuatro años, Perú eligió a su primer presidente de origen indígena, Alejandro Toledo Manrique. Él es uno de los dieciséis hijos de una familia proveniente del norte de Perú; su padre fue un albañil y su madre trabajaba en la pesca. Animado por trabajadores locales del Cuerpo de Paz, fue a la universidad y eventualmente obtuvo un Doctorado en economía en la Universidad de Stanford. Como consultor en desarrollo económico, Toledo trabajó para muchas instituciones elite internacionales, incluyendo el Banco Interamericano para el Desarrollo, la Organización Internacional del Trabajo, y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico.

Por lo tanto, de muchas maneras, el Presidente Toledo del Perú está tan distante de Evo Morales de Bolivia como se podría imaginar. Sin embargo, ambos se han convertido en los puntos focales para las aspiraciones de los indígenas de los Andes. Durante las elecciones del 2001, el candidato Toledo prometió que un chorreo de prosperidad sería el resultado de sus reformas económicas. En la realidad, el crecimiento económico en Perú ha promediado 4% — lo cual no está mal, sin embargo ciertamente no es un chorreo. Su popularidad ha caído a números que andan por un solo dígito (7% en agosto de este año), debido creo yo, a demasiadas promesas no cumplidas y a un flujo continuo de escándalos de corrupción y de nepotismo.

Un destino similar podría aguardar a quien gane la presidencia este año en Bolivia, ya sea el socialista Aymarano Evo Morales, o el sofisticado y conservador candidato Jorge Quiroga. Los escándalos de corrupción y promesas de campañas no cumplidas dos males que siempre van de la mano, cobran una importancia igual de grande en Bolivia como en Perú, amenazando ensombrecer los debates sobre las vitales preguntas estratégicas del día.   

Durante los seminarias y ejercicios estratégicos nacionales en Bolivia a los cuales he asistido en años recientes, hemos visto luchas titánicas con respecto a preguntas sustanciales sobre políticas:

  • Si debieran de consentir o resistirse a la presión de los EEUU para suprimir la coca, el ingrediente básico de la cocaína.
  • Si deberían de subastar los derechos de producción del gas natural, o mantenerlos para ser desarrollados a nivel nacional
  • Si deberían de revertir las ventas anteriores de los recursos naturales, sobre las cuales existe la sospecha de que han caído en un alto nivel de corrupción.
  • Si deberían de abordar la corrupción gubernamental como un problema moral o como un asunto de reforma estructural.
  • Si deberían y cómo deberían de abordar las reformas de tierras y de qué manera deberían de proporcionarle tierras a los miles de campesinos que no tiene tierras.

Hace dos años,  Jack Powelson escribió lo siguiente en el TQE #85:

Los bolivianos deben de aprender buenas políticas por experiencia propia, a través de pruebas y errores – y este aprendizaje podría tomar muchos siglos de sufrimiento, corrupción y guerras. A la sociedad occidental le tomó siglos aprender a tratar entre sí con libertado y democracia (hasta el punto que hemos aprendido), y aún estamos viviendo guerras porque forzamos nuestras políticas sobre otros. ¿Porqué no permitirle a Bolivia la misma experiencia?  

Aún ahora, en la víspera de una posible victoria por el primer descendiente indígena boliviano, no puedo encontrar ninguna falla con las palabras anteriores. La única certeza que tenemos acerca del siguiente gobierno de Bolivia es que como siempre, el Cóndor de los Andes estará volando y vigilando en las alturas, como un símbolo de espíritu y deseos incontenibles de un nuevo despertar para los andinos, después de estar viviendo en las sombras durante quinientos años.

Atentamente, su amigo,

Loren Cobb


Traducido por Leonor M. Schoening, miembra de la American Translators Association.

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